mercredi 30 septembre 2009

El frotado incómodo y el agua de fuente desconocida

Dos conceptos que me ponen los pelos de punta son 1) el frotado incómodo y 2) el agua de fuente desconocida. Les explico. El frotado incómodo es el contacto físico con una persona que no conozco. No todos los contactos califican de frotado incómodo. Por ejemplo, si me subo al micro y somos miles, no pasa nada, no hay de otra. Pero la línea demarcadora entre el frotado tradicional y el frotado incómodo es la evitabilidad. Si el frotado puede ser evitado, ergo, es incómodo. Por ejemplo, el cuate en la alberca que nadando te frota una pierna, el agente de CAPUFE que te frota la mano cuando te da tu cambio de la caseta, el tipo que viene a pedirte algo y te toma por el hombro.
El segundo tema es el agua de fuente desconocida. Seguido caminando por la ciudad te cae una gota en la cabeza, de proveniencia extraña. "Es realmente agua?" es la primera pregunta. Luego, suplicándo por que la respuesta a la primera pregunta sea positiva "y de dónde viene?". Lo peor es cuando te cae una salpicadita en la boca... mortal. Me puedo imaginar miles de cosas. Como que el agua estuvo estancada durante dos semanas alrrededor del cuerpo de una rata muerta.
Dos cosas a evitar a todo precio.

mercredi 16 septembre 2009

El o la turista

El o la turisa siempre han sido gran fuente de amargura. Algunos recordarán la serie "el me caga" del viajero. Pues muchas de las anécdotas fueron directamente provocadas por el comportamiento turisoide de uno o varios individuos. Como la bola de nacos que se pusieron hasta el huevo en el avión, gracias a las 45 botellas de 24 ml. de vino blanco que se habían robado, y se pusieron a cantar cielito lindo. Pero la nueva es la de los turistas que se trepan a un barco para visitar una ciudad, y automáticamente se sienten con derecho a saludar a cualquier transeúnte que ven durante su paseo. Por qué? Qué es lo que hace que esa gente se sienta lo suficientemente cómoda para hacer tal pendejeda sin darse cuenta que es completamente absurdo? Y por qué los barcos precisamente, y no cualquier otro medio de transporte masivo? No se dan cuenta que si todos hiciéramos los mismo cada vez que nos subimos al metro, más de una ciudad estarían completamente paralizadas? Se imaginan si todos los que nos subimos al metro en la Ciudad de México nos puisiéramos a saludar a la gente en los andenes, nada más porque se nos hincha el huevo? Enfin, yo digo que o saludemos todos o que no salude nadie, porque lo irracional del turista que saluda en su barco me vuelve loco.

A pesar de su alto nivel de insoportabilidad, el turista tiene un gran mérito. El es el agente que hace funcionar uno de los pocos sistemas basados en la confianza que siguen existiendo en el mundo: el carrousel de maletas. Si se han dado cuenta, cada quién toma la maleta que quiere y se larga con ella en los aéropuertos (claro el gandallismo mexicano ha hecho que México sea la excepción). Yo confío en que nadie se llevará mi maleta, y cada quién lo hace de la misma manera, y funciona.